lunes, 6 de marzo de 2000

Y entonces el viento habló…

Ella estaba sentada con espalda pegada a aquel viejo gran árbol, observaba las hojas caer lentamente en esa fría tarde de otoño. Una a una se desprendían de sus ramas, coloridas caían y se aglomeraban como una montaña otoñal sobre el césped…

El viento hacia lo suyo, las hacía bailar suavemente… y ellas como en respuesta crujían sutilmente, chocando entre ellas como jugando también, hasta su descanso en la montaña otoñal sobre el césped a los pies de los grandes troncos de la arboleda.

El viento sopla y para escuchar su canto Ella cierra los ojos, las hojas siguen danzando, cada movimiento se transforma en la sedosa música de otoño donde el entorno dispone los instrumentos; las aves, las ramas, las hojas, la tierra y el mismo viento, sincronizados en una melodía romántica para endulzar la tarde.

Ahora el aroma se hace más intenso y sin pedir permiso entra por sus poros chocando con sus pensamientos, evocando recuerdos, memorias donde también estuvo el viento… y sus ojos se llenan de humedad pero no de tristeza, sino de aquella alegría nostálgica de las remembranzas…



“Abre los ojos” … Susurra el viento! Y Ella lentamente comienza a abrir y distinguir haciendo caso al viento. Y comienza el entorno a ser cada instante más claro y, vislumbra un caminante, solitario, calmo, lento, que se distingue también escuchando al viento… El camina ensimismado en sus adentros, escoge uno de los grandes árboles y se sienta con su espalda basta al tronco de uno de ellos, apoya sus manos en la tierra cubierta de colores otoñales y cierra sus ojos…

“Cierra los ojos”… Susurra nuevamente el viento! Entonces ella cerrando esa imagen obedece, calma, tranquila … y de pronto una corriente eléctrica sube por sus pies apoyados en el césped y recorre toda su espalda y llegan su mente sintiendo otros pensamientos… El primer impulso es abrir sus ojos y ver de quién son esos pensamientos, pero el viento susurra sedosamente; “no los abras! Siente, escucha, mira, pero todo desde adentro….” Entonces Ella vuelve a obedecer en calma… y la corriente vuelve a aparecer y escucha detenidamente, siente, percibe... en silencio.

De dónde viene esta conexión? De quién son estos pensamientos? Son palabras? Poemas? Y escucha deseos, susurros, memorias, sonrisas que aparecen y desaparecen raudamente, se vuelven colores, aromas y sin poder controlar más su impulso se mezcla con uno de ellos, viaja con la corriente y pregunta!...

Como si fuera un instante infinito, llegan las respuestas y con los árboles y el viento de testigo se torna una comunicación otoñal mágica…sin tiempo.

“Abre los ojos”… Susurra finalmente el viento! Y mientras Ella lentamente comienza a contemplar su entorno visualiza al caminante, quién va al mismo tiempo abriendo sus ojos y en cuanto las miradas se cruzan saben que eran ellos… una sonrisa cómplice sella el encuentro.

Ella se despide del sabio árbol, se pone de pie y va a su encuentro, en el mismo instante que El, y se unen en el camino cubierto de hojas de colores otoñales… no son necesarias las palabras, las miradas confirman el encuentro y sin palabras caminan en silencio, entre las hojas, su danza y el viento. Se acompañan mientras buscan el camino, cubierto de otoño y en silencio, el viento formó un encuentro…



by Carolina.



2014-04-02

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